Por un Perú para todas y todos: Unión Civil YA, haciendo camino hacia la ciudadanía LGBTI y la democracia radical

Por un Perú para todas y todos: Unión Civil hoy, haciendo camino hacia la ciudadanía LGBTI y la democracia radical

Las activistas del Programa Democracia y Transformación Global nos pronunciamos exigiendo el respeto irrestricto de los derechos por igual para todos y todas las peruanas, sin discriminación. Vivamos en Lima, en Cajamarca o en una comunidad indígena andina o amazónica, todos tenemos los mismos derechos y debemos ser iguales ante la ley, como manda la Constitución. Si amamos y queremos vivir nuestra sexualidad con alguien de nuestro propio sexo. Si queremos casarnos, tener hijos o no. Cualquiera sea nuestra decisión o nuestras posibilidades, seguimos siendo ciudadanxs con iguales derechos.

Una vez conseguido que todas y todos tengamos los mismos derechos, invocamos a desmontar todas las instituciones que constriñen nuestra forma de ser, para que desde una propuesta feminista y libertaria generemos nuevas relaciones que vayan más allá de los contratos civiles basados en la idea de amor y familia como núcleo de la propiedad privada, constituyendo otras formas de familia, de cuidados y de afectos, y fortaleciendo un paradigma de vida en comunidad no capitalista ni heteropatriarcal. Hasta entonces, aunque nos parece insuficiente, apoyamos y promovemos el proyecto de ley para la Unión Civil de parejas del mismo sexo; y nos sumamos a todos los esfuerzos que desde la sociedad civil, y las redes de activistas, como nuestras hermanas/os y compañeras/os de lucha del MHOL, están haciendo para dar un paso más hacia la construcción de nuestra comunidad soñada. Y eso implica estar hoy con una propuesta que saca de la informalidad, ilegalidad y oscurantismo a miles de parejas que conviven, pero a las que no se les reconoce derecho alguno, relegándolas así a una ciudadanía de segunda categoría, aunque cumplen con las mismas obligaciones que todxs nosotrxs.

La propuesta de ley nos acerca un poco más también a la necesidad imperiosa de desterrar de lo público esa moral sexista, colonial y conservadora, encarnada hoy en distintas facciones de la Iglesia, como el Opus Dei y su máximo representante, el cardenal Juan Luis Cipriani, así como en varias fuerzas políticas enquistadas en el Estado, ambos poderes de facto que imponen sus credos antes del bien común, sin respetar la diferencia entre los campos de lo político, público y religioso. Las reacciones homofóbicas o convenidamente tolerantes que ponen énfasis en reconocer una figura distinta al matrimonio para la unión de personas del mismo sexo, responde precisamente a esa incapacidad, desconfianza y falta de voluntad política para ejercer una real democracia. Por eso, congresistas como Martha Chávez, salen en los medios defendiendo la supuesta condición «natural» del matrimonio, buscando el reconocimiento de cualquier tipo de unión menos el de parejas de lesbianas y gays, con el fin de despolitizar esta legítima lucha y no reconocer la afiliación, y eso no podemos permitirlo. Las parejas de lesbianas y de gays, son parejas, quiéranlo o no las fuerzas retardatarias.

El debate es espinoso, pero sobre todo es de raíz. Lo que queremos cambiar son las estructuras, por eso no vale discutir sobre máximos ni mínimos. Hagamos nuestra la lucha por la unión civil ahora, para caminar hacia la construcción de una sociedad radicalmente democrática, por ende feminista, comunitaria y revolucionaria, pues ese es el Perú que queremos.

¡Aprobación del Proyecto de Unión Civil ya!

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