Raphael Hoetmer * “Esta democracia ya no es democracia…” Siete hipótesis exploratorias sobre biopolítica extractivista, la criminalización de la disidencia, y alternativas
En el mes de mayo de 2013 las movilizaciones en Espinar demandaron un mayor aporte de la empresa minera al desarrollo provincial, y una solución para la contaminación ambiental en la provincia, siguiendo un patrón histórico de movilización por la dignidad espinarense, como parte de una suerte de negociación permanente y callejera con la empresa minera. En este sentido, no constituyeron una agenda “anti-minera” como plantearon gran parte de los medios de comunicación. Sin embargo, las protestas fueron reprimidas violentamente, dejando dos personas muertas, y varios detenidos y enjuiciados, incluyendo activistas de la respetada Vicaría de Solidaridad de la Prelatura de Sicuani. A ello se sumó la detención violenta y sin precedentes del alcalde de Espinar, Oscar Mollohuanca.[1]
Alrededor del conflicto en Espinar, el gobierno central declaró dos veces el estado de emergencia en el norte del país, en las provincias de Hualgayoc, Celendín y Cajamarca para callar las protestas en contra del proyecto Conga. La primera vez en diciembre de 2011 tras el quiebre del diálogo entre el gobierno central y las organizaciones y autoridades estatales cajamarquinas, cuyo pedido de poder consultar con sus bases los acuerdos negociados con el gobierno central fue rechazado. El segundo estado de emergencia en julio de 2012 se dio tras la violenta represión de las protestas en Celendín y Bambamarca que resultó en cinco muertos. El estado de emergencia no fue acatado plenamente por los pueblos de Celendín, y particularmente Bambamarca donde las protestas siguieron. En la capital regional Cajamarca, el líder ambientalista y político Marco Arana fue detenido violentamente por sentarse en la Plaza de Armas con un aviso “Agua Sí. Oro No”.[2] Posteriormente, en un acto sin precedentes, el gobierno central bloqueó las cuentas bancarias de la Municipalidad Provincial de Espinar y del Gobierno Regional de Cajamarca en respuesta al apoyo de ellos a las organizaciones sociales en protesta.
Estas respuestas autoritarias fueron significativas, ya que confirmaron el patrón que movilizaciones en torno de proyectos mineros son respondidos con la violencia estatal, antes de que sean canalizados por mecanismos democráticos, pero ahora en el contexto del gobierno nacionalista de Ollanta Humala. Como candidato presidencial, Humala había sido muy crítico a la realidad de la minería en el país, y en visita a Cajamarca había expresado su apoyo a la oposición al proyecto Conga en la plaza de Bambamarca.[3]
Los sucesos en Espinar y Cajamarca me hicieron acordar el canto de organizaciones de mujeres andinas, en un ritmo de huaino: “Esta democracia ya no es democracia”.[4] Lo que plantearon las mujeres quechuas y cajamarquinas fue que la expansión del modelo extractivista y la cultura de desarrollo actual, implicaba la desdemocratización de la democracia, excluyendo de ella propuestas de vida distintas al extractivismo. En la misma dirección, el reconocido analista político Santiago Pedraglio se preguntaba, a propósito de los sucesos en Espinar si estuviéramos siendo testigos de la conformación de un gobierno minero-militar en el Perú.[5]
Lo cierto es que en el escenario de conflictos socioambientales y luchas eco-territoriales, más que el futuro de distintos proyectos mineros, se configuran –históricamente y en la actualidad- la democracia, ciudadanía y modo de vida en territorios concretos, como también en la sociedad peruana en general. Frente a ello, este artículo es una exploración. Un compartir de una serie de hipótesis que he venido trabajando en el acompañamiento a organizaciones y comunidades afectadas por la minería, y que me parecen útiles para discutir y considerar. Mi propósito principal es tratar de entender una serie de tendencias en el escenario del extractivismo contemporáneo, particularmente encarnado en la minería, en el Perú, y sus implicancias para los proyectos de transformación social en el país. A la vez, es un texto más de inicio que de una culminación de un proceso de análisis, que parte de la idea de que hay cambios de fondo en las condiciones, formas, métodos, consecuencias, pretensiones, impactos y reacciones a los (mal) llamados conflictos socio-ambientales.
Ver el texto completo aquí: Biopolitica extractivista, criminalización de la protesta y alternativas2.0
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[1] Ver para un análisis más preciso del caso espinarense: Borda (2013) y Mollohuanca (2013).
[2] La detención se puede ver aquí: https://www.youtube.com/watch?v=4Bw8FCelp8w.
[3] Ver el discurso de Humala en Bambamarca: https://www.youtube.com/watch?v=EVgGQCl79do.
[4] Las escuché en una marcha durante la Cumbre Continental Indígena que se realizó en 2010 en Puno, en la cual la actividad minera fue uno de los temas centrales. Años después escuché la misma frase en una canción distinta en Cajamarca.
[5] Ver: http://peru21.pe/2012/06/01/opinion/espinar-gobierno-minero-militar-2026735.
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